Madurez: La responsabilidad de ser uno mismo
LA VIDA tiene una evolución interna, y conviene conocerla. Cada
siete años, según dicen los fisiólogos, el cuerpo y la mente atraviesan una
crisis y un cambio. Cada siete años todas las células del cuerpo cambian,
se renuevan totalmente.
Durante los primeros siete años, el niño está centrado en sí mismo,
es como si fuese el centro de la existencia. Toda la familia se mueve
alrededor de él. Todas sus necesidades deberán ser cubiertas
inmediatamente, de lo contrario, tendrá una rabieta, un enfado, ira. Vive
como un emperador, un verdadero emperador; todos están para servirle,
su madre, su padre y el resto de la familia sólo existen para él.
Al cabo de siete años, hay un progreso. El niño ya no es el centro; se
vuelve literalmente excéntrico. Excéntrico es una palabra que significa
«salirse del centro». Se dirige hacia los demás. Los demás se convierten
en el fenómeno importante: los amigos, las pandillas
A partir de los catorce años se abre una tercera puerta. Ya no le
interesan los niños, las niñas ya no están interesadas en las niñas. Son
amables pero no les interesa. Por eso, la amistad que surge entre los siete
y los catorce años es la más profunda, porque la mente es homosexual, y,
en la vida no volverá a tener una amistad como ésta nunca más. Serán
amigos para siempre, el vínculo es muy profundo. Te harás amigo de
otras personas pero serán conocidos, y no el p
A los veintiocho años los hippies se vuelven carrozas, los
revolucionarios ya no son revolucionarios; empiezan a sentar la cabeza, buscan una vida cómoda, unos ahorros en el banco. No quieren ser
Rockefeller, eso se ha acabado, ya no tienen ese deseo. Quieren tener
una casita pequeña pero bien instalada, un sitio acogedor para vivir,
seguridad, por lo menos podrán tener eso, y unos pequeños ahorros en el
banco. Alrededor de los veintiocho años van a la compañía de seguros.
Empiezan a asentarse. El vagabundo ya no es un vagabundo.
A los treinta y cinco años de vida la energía alcanza su punto omega.
El círculo está medio completo y las energías empiezan a declinar. Ahora
el hombre no sólo está interesado en la seguridad y el confort, ahora se
vuelve un conservador, un ortodoxo. Ya no sólo no le interesa la
revolución, sino que se vuelve antirrevolucionario. Ahora está contra los
cambios, es un conformista. Está contra las revoluciones, quiere un
estatus quo porque se ha asentado, y si las cosas cambian, eso trastocará
toda su vida. Ahora está en contra de los hippies, de los rebeldes,
realmente se ha vuelto parte del sistema.
A partir de los cuarenta y dos años empiezan a aparecer todo tipo de
enfermedades físicas y mentales, porque ahora la vida está declinando.
Todo se dirige hacia la muerte. Del mismo modo que al principio tu
energía iba aumentando y te sentías cada vez más vital, enérgico, te
hacías cada vez más fuerte, ahora sucede justo lo contrario, cada día
estás más débil. Pero la costumbre continúa. Hasta los treinta y cinco
años has estado comiendo bastante, pero si continúas haciéndolo ahora,
tu hábito hará que empieces a engordar. Ahora ya no necesitas tanta
comida. La religión empieza a cobrar importancia por primera vez cerca de los
cuarenta y dos años. Probablemente, ya habrás picoteado un poco aquí y
allá en la religión, pero ahora se vuelve importante por primera vez,
porque la religión está profundamente conectada con la muerte
A los cuarenta y nueve años se pierde el interés por el sexo, deberías empezar a mirar
hacia el bosque, volverte hacia dentro, volverte introvertido, hacerte cada
vez más meditativo y devoto.
A los cincuenta y seis años vuelve a haber un cambio, una
revolución. Ahora ya no basta con mirar hacia el Himalaya; debes viajar
de verdad, debes ir. La vida se está acabando, la muerte se aproxima. A
los cuarenta y nueve años uno pierde el interés por el otro sexo. A los
cincuenta y seis años uno pierde el interés por los demás, la sociedad, los
actos sociales, el club. A los cincuenta y seis años uno debería renunciar a
ser miembro de cualquier club; ahora te parece absurdo, infantil. A los cincuenta y seis años uno debería ser lo suficientemente maduro como para salirse de todos los compromisos sociales. ¡Se acabó! Has vivido bastante, has aprendido bastante; ahora le das las gracias a
todo el mundo y te sales
A los sesenta y tres años empiezas a volverte de nuevo como un
niño, sólo estás interesado en ti mismo. Eso es la meditación, avanzar
hacia dentro como si todo lo demás hubiese desaparecido y no existieses
más que tú. Te has vuelto de nuevo un niño, pero enriquecido por la vida,
muy maduro, comprensivo, y con una gran inteligencia. Te vuelves de
nuevo inocente. Empiezas a avanzar hacia dentro. Sólo te quedan siete
años, y tienes que prepararte para la muerte.
Tienes que estar listo para morir.
Y ¿qué significa estar listo para morir? Estar listo para morir significa
morirte celebrando. Morir con alegría, felicidad, estar dispuesto a morir,
darle la bienvenida, eso es estar listo. Dios te ha dado una oportunidad de
aprender, y lo has aprendido. Ahora te gustaría descansar. Te gustaría ir a
tu casa definitiva. Has pasado aquí una temporada.
Osho, del libro Madurez, la responsabilidad de ser uno mismo