no seas nunca arrogante con los humildes, ni humilde con los arrogantes.

Maestro y discípulo conversaban en una esquina, cuando una anciana los abordó:
«¡Apártense de delante de mi escaparate!,» gritó. «¡Están estorbando a mis clientes!»
El maestro pidió disculpas, y cambió de acera.
Continuaban la conversación, cuando se les acercó un policía.
«Necesitamos que se aparte de esta acera,» dijo el policía. «El conde va a pasar por aquí dentro de poco.»
«Que el conde pase por el otro lado de la calle,» respondió el maestro, sin moverse de su sitio. Después se giró a su discípulo:
«No lo olvides: no seas nunca arrogante con los humildes, ni humilde con los arrogantes.»
Paulo Coelho