El origen del “déjà vu”
Un estudio halla el mecanismo mental que produce este conocido fenómeno asociado a aspectos poco científicos
Quién no ha tenido alguna vez la sensación de reconocer aquello que vemos o vivimos por primera vez como si lo hubiéramos visto o vivido anteriormente. Es el llamado “déjà vu”, que siempre se ha asociado a algo misterioso y cuyo origen se ha tratado de explicar de multitud de maneras, algunas con connotaciones paranormales. Estudios recientes han ido afirmando, sin embargo, que este fenómeno no se trata de una simple interferencia en nuestra memoria. Investigadores estadounidenses afirman ahora que todo podría explicarse a través del reconocimiento de los recuerdos.
El fenómeno mental del “déjà vu” (en francés “ya visto”) puede aparecer en individuos sanos o asociado a un trastorno mental. Sea cual sea su origen, aún muy discutido, éste se ha relacionado tradicionalmente, quizás por desconocimiento, con fenómenos paranormales. Son teorías que se han apagado en favor de estudios llevados a cabo en los últimos años cuyos resultados afirman su posible origen cerebral. Ahora, una investigación reciente aporta nuevos datos. Publicado en “Current Directions in Psychological Science”, el estudio, de la Universidad de Colorado (EE.UU.), muestra las muchas similitudes que existen entre el “déjà vu” y la comprensión de la memoria del reconocimiento.
La importancia del reconocimiento
La memoria del reconocimiento es la que nos permite comprender que aquello que estamos experimentando en un momento determinado ya lo hemos experimentado en una ocasión anterior, como cuando reconocemos a un amigo por la calle o escuchamos nuestra canción favorita por la radio. El cerebro fluctúa entre dos tipos de reconocimiento de la memoria: la recuperación y la familiaridad.
La recuperación se da cuando podemos precisar o señalar un instante o momento cuando sucede algo que ya ha ocurrido con anterioridad: ver a un individuo que nos resulta familiar comprando en una tienda cuando antes lo hemos visto en el autobús. El reconocimiento basado en la familiaridad ocurre cuando una situación nos resulta familiar, pero no recordamos cuándo pasó: la misma persona que vemos en la tienda, pero en este caso no podemos recordar dónde le vimos con anterioridad. El “déjà vu” podría ser, por tanto, una muestra de este tipo de reconocimiento basado en la familiaridad: durante el fenómeno, estamos convencidos de que reconocemos la situación, pero no estamos seguros del motivo.
Entre el 60% y el 70% de la población ha experimentado alguna vez “déjà vu”, sobre todo entre los 15 y 25 años
Por este motivo, Anne M. Cleary, investigadora principal del estudio, basó su experimento en relacionar el fenómeno del “déjà vu” con la memoria del conocimiento y la familiaridad. Y los resultados mostraron una fuerte conexión. Se dio a varios voluntarios una lista con nombres de celebridades. Después se les mostró una colección de fotografías (algunas de ellas coincidían con la lista y otras no). Se les pidió que relacionaran dichas imágenes con los nombres de la lista anterior, así como que señalaran la probabilidad de haber leído el nombre de los personajes en la lista.
Los resultados mostraron que, incluso cuando los participantes no podían identificar a la celebridad por la fotografía, tenían la sensación de haber visto el nombre del personaje de dicha imagen. El experimento repetido una segunda vez con lugares conocidos dio el mismo resultado. Lo más curioso es que los voluntarios no podían identificar, en la mayoría de los casos, por qué ese famoso les resultaba familiar.
Recuerdos vagos
Los hallazgos de este estudio afirman que los acontecimientos y episodios de nuestras experiencias se almacenan en nuestra memoria como elementos o fragmentos individuales. Pero se acumulan de forma vaga, de manera que nos es imposible conectarlas a nuevas experiencias. Así, el “déjà vu” puede darse cuando ciertos aspectos concretos de una situación corriente se asemejan a los de acontecimientos anteriores, lo que puede producir un fuerte sentimiento de familiaridad. Es una conexión débil, sin embargo, lo que no nos permite recordar con certeza.
Debido a esta clara relación entre los mecanismos del reconocimiento basado en la familiaridad y el “déjà vu”, Cleary concluye que este tipo de mecanismos y los métodos de laboratorio que se usan para estudiarlos podrían ser “muy útiles para elucidar los procesos que subyacen en las experiencias ‘déjà vu'”.
Un fenómeno común
La sensación de “déjà vu” aparece, habitualmente y sin consecuencias, en personas sin ninguna enfermedad, como un fenómeno aislado y sin periodicidad. Los últimos datos sugieren que entre el 60% y el 70% de la población lo ha sufrido alguna vez, sobre todo entre los 15 y 25 años. Por norma general, el episodio es breve y, salvo contadas ocasiones, no dura más que escasos minutos o segundos. No se refiere sólo a un lugar geográfico sino también a una situación, que se la interpreta como vista o vivida.
Pero el “déjà vu” puede aparecer también en diversas patologías, entre las cuales la más frecuente es la epilepsia del lóbulo temporal (EPL), que es el tipo más común y más resistente a los fármacos en seres humanos. En esta enfermedad, la sensación de “déjà vu” acostumbra a presentarse como preludio de la crisis convulsiva (aura).
Un estudio elaborado en la Universidad de Leeds (Reino Unido), en 2006, ya hablaba de personas que vivían la experiencia de este fenómeno como una enfermedad como tal, al presentarse de forma crónica. Quienes experimentan el “déjà vu” de forma crónica expresan que el fenómeno los supera e, incluso, la sensación repetida de conocimiento anticipado provoca una severa depresión. En resumen, viven abatidos por la sensación constante de que todo les resulta familiar. Así, conocer la etiología cerebral del “déjà vu” es para muchos investigadores vital para que estas personas superen lo que puede llegar a ser una enfermedad.
JAMAIS VU
La mayoría de la población conoce el fenómeno del “déjà vu”. No lo es tanto el llamado “jamais vu”, que se puede definir como el efecto contrario al primero. Se trata de una paramnesia consistente en reconocer como extraños o irreales sitios y situaciones que son familiares. El ejemplo más claro es la sensación que se tiene cuando se centra la atención en una palabra concreta hasta que ésta pierde su significado.
Otra muestra está en los músicos, que pueden experimentar un “jamais vu” mientras siguen una partitura familiar, o la sensación de levantarse por la mañana al lado de la pareja y sentir que se está al lado de un extraño. Incluso puede ocurrir mirando fijamente algo durante un tiempo prolongado, como un paisaje, hasta el punto que empieza a parecer extraño.
Es un fenómeno hasta ahora muy poco estudiado en laboratorio. Sólo una primera investigación del año 2006 y llevada a cabo también en la Universidad de Leeds (Reino Unido) aseguraba que el “jamais vu” existe y, además, puede ser inducido. Chris Moulin, investigador principal, aseguraba tras los resultados que cerca un 60% de la población ha experimentado alguna vez en su vida un episodio de estos. El “jamais vu”, según afirma, puede inducirse mediante lo que él mismo llama la “saciedad semántica”, que se da cuando el cerebro se “cansa”.
Es algo que ocurre cuando repetimos multitud de veces una misma palabra. “Si nos fijamos en algo el tiempo suficiente, la mente se cansa y hace perder el sentido a lo que estamos mirando”, aseguraba Moulin.
Aunque se necesitan muchos más estudios, Moulin opina que el conocimiento sobre el “jamais vu” podría ayudar a los investigadores a entender algunos trastornos psiquiátricos como la esquizofrenia o el delirio de Capgras (característico de la esquizofrenia), de manera que quien la padece cree que alguien conocido ha sido reemplazado por un impostor. El experto considera que este fenómeno, normal en la mayoría de la población, podría funcionar de forma anómala en este tipo de enfermedades, generando un tipo de “jamais vu” crónico.