La calabaza: De comida ritual Maya a Halloween

Calabaza: De comida ritual Maya a Halloween

Muchos de quienes adquieren calabazas en estas fechas ignoran su verdadero origen.
Por: Carlos F. Rigalt

Existe la posibilidad de que las calabazas que nos vienen en esta época -de grandes dimensiones y teñidas de un vivo naranja a causa de los artificios de la tecnología genética- estén completando un ciclo histórico que muy pocos imaginan.

Originarias de Mesoamérica, al igual que las flores de pascua o el maíz, las calabazas se encuentran entre las primeras plantas utilizadas por el hombre, y formaban parte de la base nutricional de las civilizaciones precolombinas Maya, Inca y Azteca.

Aunque se desconoce cómo llegó esta planta cucurbitácea –pariente del melón y del pepino– a ser la estrella del Halloween que Estados Unidos exportó al mundo entero, se sabe que su temprano origen biológico se encuentra en nuestras tierras.

El centro de diversidad de la calabaza se extiende por Mesoamérica a Colombia y Venezuela en épocas prehispánicas.

A Estados Unidos llegó, según el libro Flora de Guatemala de Paul Standley, quizá transportada por mayas y aztecas vía terrestre y marítima de México a Florida, de donde se distribuyó a las tribus indígenas de ese país.

Costumbres antiguas
¿Por qué era tan especial para los pueblos americanos antiguos esta planta rastrera, que se reproduce en enredaderas a flor del suelo?

Es de fácil cultivo, no necesita mucho mantenimiento y es resistente a las plagas. Por su tamaño brinda gran cantidad de alimento y es de gran valor nuticional, menciona Marie Storek, directora del Jardín Botánico.

Según el antropólogo Celso Lara, la base de la dieta de los mayas estaba compuesta por “maíz, frijol y ayote” y la explicación no es sólo por el valor alimenticio de estas tres plantas, sino por su lógica ecológica: “el maíz consume mucho hidrógeno del suelo, el frijol se lo devuelve y el ayote recubre la tierra.”

Respecto a cómo se incorpora la calabaza a las celebraciones del Día de los Muertos, Lara dice: “No sabemos cuáles eran las celebraciones, pero desde el siglo XVI se habla de una ceremonia en la que se colocaba comida a los muertos. Verdura, carne de pavo y ayote. Eso continúa hasta la actualidad. Se le llama Cabecera o Canchul –olla quebrada– en la región cakchiquel.”

Lo que sí sabe Lara es que los indígenas guatemaltecos celebraban (y aún lo hacen) una especie de Halloween. Recogían comida, se llevaba a los cementerios y la compartían con personas menesterosas.

¿Cuál costumbre llegó primero, el Halloween anglosajón o el Día de los Muertos que ya se celebraba durante la Colonia o aun por los mismos mayas? Difícil saberlo, asegura.

Pero no hay duda de que los ritos de esta fechas del último día de octubre y los primeros de noviembre son tan antiguos como la temprana evolución de la especie humana. “Desde épocas prehistóricas se buscaba alejar a las almas maléficas y acercar las benéficas”, concluye el historiador.

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